14 de abril de 2008
La divina Comedia , EL infierno
Tal como a estorninos, que en el frío
vuelan en fila larga y apretada,
soplo a los espíritus enfermos
aquí, allá, alto y abajo lleva;
y jamás la esperanza los consuela
si no con reposo, con menor pena.
Y tal cantan las grullas su lamento
dibujando en aire larga línea,
así vi yo venir con sus quejidos
de su afán a las sombras arrastradas:
y le dije: "Maestro, ¿quiénes son
los que negro soplo así castiga?"
"La primera, de la que tú noticias
conocer quieres", me dijo entonces,
"emperatriz fue de muchos pueblos.
Fueron tantos sus vicios de lujuria
que al placer nominó como legítimo
para huir del reproche merecido.
Y Semiramis es, de quien se sabe
que si esposa a Nino heredó;
del Sultán es la tierra que fue suya.
Al suicidio por amor llegó la otra,
infiel a las cenizas de Siqueo;
y más allá Cleopatra lujuriosa.
A Helena mira, por quien tan aciago
tiempo fue gastado, y al gran Aquiles,
que al fin el amor llevó al combate.
Y a Paris y a Tristán"; y así más de
mil sombras señalóme con el dedo,
las que Amor partir hizo de la vida.
Y después de escuchar a mi maestro
nombrar damas antiguas y señores,
por dolor mi ánimo perdí.
Luego comencé: "Poeta, con gusto
hablar quisiera con los dos que unidos
tan leves se acompañan en el viento".
Y él a mí: "Intentarás cuando cerca
de nosotros sean, y cuando ruegues
han de venir por el amor que alientan".
Cuando el viento a nosotros los acerca,
di en decir: "Oh almas pesarosas,
hablemos pues, si es que otro no lo impide".
Cual palomas movidas por deseo,
alas altas y fieles a su nido,
cruzan el aire por voluntad traídas;
y del grupo que con Dido estaba,
por el aire nocivo acercadas,
surgió fuerte el afectuoso grito.
"Oh ser agradable y bondadoso,
que de visita vas en aire fosco,
nos, que sangriento el mundo hicimos,
si amigo nos fuera el rey del mundo,
que la paz te diese rogaríamos,
pues pío eres a nuestro dolor.
Y de lo que oír y conversar os place
ha de ser lo que oiremos y hablaremos,
mientras como se ve el viento calma.
Está la tierra donde yo nací
en la orilla a la que el Po desciende,
con sus afluentes de la paz ansioso.
Amor que ágil el noble corazón
inunda, presa lo hizo de gentil
que me hurtaron: aún hiéreme el modo.
Amor, que al amado a amar obliga,
me ató a ese placer con tanta fuerza,
que según tú ves aún no me libero.
Y así por amor fuimos a la muerte:
la Caína espera a quien lo hizo".
Son estas las palabras que dijeron.
Al oír a aquellas almas aquejadas,
bajé la faz y baja la mantuve
hasta que el poeta: "¿Qué piensas?" dijo.
Fue esta mi respuesta: "¡Oh miseria,
cuánto dulce pensar, cuánto deseo
la causa fue del doloroso paso!"
Me volví en tanto para hablarles;
y así dije: "Francisca, tus martirios,
triste y con piedad lagrimear me hacen.
Mas di: cuando el dulce suspirar,
¿en qué y cómo permitió amor
que el incierto deseo conociérais?"
Y ella a mí: "Y no hay dolor más grande
que de los felices días el recuerdo
si hay pena; bien lo sabe tu maestro.
Pero si conocer el nacimiento
de nuestro amor tanto te interesa,
ya, presa del llanto, he de decirlo:
Pues que por placer leíamos cómo
fue del amor esclavo Lanzarote:
sin recelo en soledad estábamos.
Más de una vez los ojos la lectura
suspendieron, demudado el rostro;
mas hecho hubo que logró vencernos.
Al leer que la sonrisa ansiada
el beso recibió de aquel amante,
él, que nunca de mí apartado sea,
temblando en la boca me besó.
DanTe Aliguieri
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